SAN FRANCISCO DE ASÍS
(Asís, Italia, 1181/1182 – Ibídem, 3 de octubre de 1226)
Francisco de Asís (en italiano Francesco d'Assisi) fue un santo italiano, fundador de la Orden Franciscana y de una segunda orden conocida como «Hermanas Clarisas», ambas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia Católica en la Edad Media, al contrario de otras hermandades —como los cátaros— que fueron consideradas herejes. De ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir bajo la más estricta pobreza y observancia del Evangelio. En Egipto, intentó infructuosamente la conversión de musulmanes al cristianismo.
Su vida religiosa fue austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Tal forma de vivir no fue aceptada por algunos de los nuevos miembros de la orden mientras ésta crecía; aun así, Francisco no fue reticente a una reorganización. Es el primer caso conocido en la historia de estigmatizaciones visibles y externas. Fue canonizado por la Iglesia Católica en 1228, y su festividad se celebra el 4 de octubre. Es conocido también como il poverello d'Assisi («el pobrecillo de Asís», en italiano).
INFANCIA Y JUVENTUD
Nació bajo el nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pedro Bernardone dei Moriconi y Donna Pica Bourlemont, provenzal; tuvo al menos un hermano más, de nombre Angelo. Su padre era un próspero comerciante de telas que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Entre algunas versiones, fue la afición a esta tierra por lo que su padre lo apodó después como Francesco o el francesito; también es probable que el pequeño fuera conocido más adelante de este modo por su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.
Francisco recibió la educación regular de la época, en la que aprendió latín. De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos, en sus correrías periódicas, ni en dar pródigas limosnas; como cualquier hijo de un potentado tenía ambiciones de ser exitoso.
En sus años juveniles la ciudad ya estaba envuelta en conflictos para reclamar su autonomía del Sacro Imperio. En 1197 lograron quitarse la autoridad germánica, pero desde 1201 se enfrascaron en otra guerra contra Perugia, apoyada por los nobles desterrados de Asís. En la batalla de Ponte San Giovanni, en noviembre de 1202, Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo por lo menos un año.
Desde 1198 el pontificado se hallaba en conflicto con el Imperio, y Francisco formó parte de la armada papal bajo las órdenes de Gualterio de Brienne contra los germanos.
COMIENZOS DE LA ORDEN
No se sabe con certeza cuántas iglesias en ruinas o deterioradas reconstruyó; entre ellas, a la que más estima tenía era la capilla de la Porciúncula (“la partecita”, llamada así porque estaba junto a una construcción mayor). Allí fue donde recibió la revelación definitiva de su misión, probablemente el 24 de febrero de 1208, cuando escuchó estas palabras del evangelio: No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos... (Lc., 10). Así, cambió su afán de reconstruir las iglesias por la vida austera y la prédica del Evangelio. Después de someterse a las burlas de quienes lo veían vestido casi de harapos, ahora su mensaje era escuchado con atención, y al contrario de otros grupos reformadores de la época, el suyo no era un mensaje de descalificaciones ni anatemas.
En unos meses sus discípulos eran once: Bernardo de Quintavalle, Pedro Catani, Gil, Morico, Bárbaro, Sabatino, Bernardo Vigilante, Juan de San Constanzo, Angelo Tancredo, Felipe y Giovanni de la Capella.
Bajo la pobreza que Francisco predicaba y pedía, los frailes hacían sus labores diarias atendiendo leprosos, empleándose en faenas humildes para los monasterios y casas particulares, y trabajando para granjeros. Pero las necesidades cotidianas hacían la colecta de limosna inevitable, labor que Francisco alentaba con alegría por haber elegido el camino de la pobreza. Comenzó también la expansión del mensaje evangélico, y para ello los estimuló a viajar de dos en dos.
CRECIMIENTO Y EXPANSIÓN
Francisco dando un sermón a las aves según fresco en la Basílica dedicada al santo.
Dentro del ánimo de la época de los viajes hacia el Este, hizo un intento de ir a Siria para la expansión del Evangelio en la tierra de los llamados «infieles». Esto sucedió probablemente a finales del año 1212 y nuevamente dos años más tarde, pero ambas empresas se frustraron.
Antes de 1215 el número de frailes se había incrementado, no sólo en Italia sino en el sur de Francia y en los reinos de España. Viajaban los franciscanos de dos en dos y convivían con la gente común; además, establecían ermitas en las afueras de las ciudades.
Concilio de Letrán
Durante el Concilio de Letrán de 1215, la organización adquirió un fuerte estatus legal; en ese año se decretó que toda nueva orden debía adoptar la Regla de San Benito o la de San Agustín. Para los Frailes Menores no hubo necesidad de esto, por haber sido aceptados seis años antes (aunque de palabra y no oficialmente). En este concilio el Papa Inocencio III tomó la letra Tau como símbolo de conversión y señal de la cruz; de ahí en adelante el poverello fue devoto de este símbolo.
En esa época, el cardenal Hugolino les ofreció a él y a Domingo de Guzmán la posibilidad de formar cardenales de las filas de sus órdenes. Francisco, según las crónicas de Tomás de Celano, acorde con sus principios respondió: «Eminencia: mis hermanos son llamados frailes menores, y ellos no intentan convertirse en mayores. Su vocación les enseña a permanecer siempre en condición humilde. Mantenedlos así, aun en contra de su voluntad, si Vuestra Eminencia los considera útiles para la Iglesia. Y nunca, os lo ruego, les permitáis convertirse en prelados.»
Indulgencia en la Porciúncula
Bajo el pontificado de Honorio III en 1216, se promovió la indulgencia plenaria a favor de todo aquel que visitara la iglesia de Santa María de los Ángeles de Porciúncula. Obtuvo Francisco esa gracia del Papa para que la peregrinación se realizara una vez al año, pero bajo fuerte oposición, puesto que pocos lugares podían disfrutar de tan alto privilegio.
Desde el año 1217 organizó capítulos en el que los Frailes Menores se reunían para intercambiar experiencias; para la organización apropiada de los territorios en que los frailes se habían dispersado, organizó también provincias de evangelización.
Viaje a Oriente
Hacia el capítulo de 1219, la orden tuvo sus primeras disensiones respecto de las normas de pobreza dictadas por Francisco. Algunos persuadieron al cardenal Hugolino para que hablara con él, a fin de que la orden fuera dirigida por hermanos «más sabios» y de acuerdo con reglas como la de San Benito, a lo que el poverello se opuso recalcando la forma de vida de humildad y simplicidad. La innovación que brotó de este encuentro fue la organización de misiones a las llamadas «tierras paganas».
En 1219 se embarcó hacia el oriente, pasando por Chipre, San Juan de Acre y Damieta en el delta del Nilo, donde los cruzados estaban bajo la orden del duque Leopoldo VI de Austria. Allí, Francisco los previno de que había sido alertado por Dios de que no realizaran ningún ataque; ante sus palabras, los soldados se burlaron de él. El resultado de la siguiente batalla fue un desastre para los cruzados. Continuó su estadía y el aprecio hacia su persona crecía, incluso algunos caballeros abandonaron las armas para convertirse en frailes menores.
Frente al sultán de Egipto
Tomó como misión la conversión de los musulmanes. Para ello se acompañó del hermano Illuminato para adentrarse en esas tierras; al encontrarse con los primeros soldados sarracenos fue golpeado, pero inmediatamente pidió ser llevado ante el Sultán, que entonces era al-Malik al-Kamil.
Según las crónicas de Buenaventura, el poverello, en su afán de convertirlo al cristianismo, invitó a los ministros religiosos musulmanes a entrar con él en una gran fogata, para así demostrar qué religión era la verdadera; los mulás rehuyeron la propuesta. Francisco ofreció entrar solo y retó al Sultán a que, si salía ileso, se convertiría al cristianismo e incitaría a su pueblo a hacerlo; el príncipe rechazó también esa posibilidad. Al final, sus pretensiones se frustraron. Tiempo después obtuvo del sultán al-Mu'azzam de Damasco, hermano de al-Malik, permiso sólo para visitar Siria y Tierra Santa.
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